Por: SALA DE REDACCION Revista Especializada en PeriodismoA principios de agosto, el presidente Álvaro Colom habría recomendado acciones para disminuir los roces entre su administración y la prensa, en los cuales él tiene un rol central. Una de esas iniciativas fue convocar a un encuentro privado con algunos periodistas que el Gobierno considera “muy equilibrados y profesionales”. Pero sin mensajes muy claros, el panorama de las relaciones políticas no se vislumbra mejor para el año electoral.
Por Sala de Redacción
Desde la última semana de junio, con diversas intensidades, funcionarios del Organismo Ejecutivo y de la oficialista Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) denunciaron la existencia de presuntos planes desestabilizadores, los que incluirían la utilización de medios informativos y columnistas. Sin embargo, nadie aporta suficientes pruebas para sustentar las denuncias y tampoco se ha iniciado algún proceso legal, lo cual parece poco responsable a ojos de periodistas y observadores políticos.
Colom ha dicho que tiene buenas relaciones con reporteros, pero no con directores. Crédito: Flickr Gobierno de Guatemala
En ese contexto fue que se produjo, el miércoles 4 de agosto, el encuentro de Colom, en la Casa Presidencial, con seis periodistas: Marielos Monzón, Haroldo Shetemul y Martín Rodríguez, columnistas de Prensa Libre; Felipe Valenzuela y Haroldo Sánchez, directores de Emisoras Unidas y Guatevisión, respectivamente, así como con Gustavo Berganza, columnista de elPeriódico.
“Entre otros temas, el presidente nos habló supuestos planes contra del Gobierno, pero le dijimos que no creíamos que éstos tuvieran sentido, pues pareciera que se confunde el espíritu crítico con la desestabilización”, cuenta Shetemul.
Además de resaltar que existen pruebas contra algunos empresarios en el clima desestabilización, según Martín Rodríguez el presidente expuso sobre los aprietos financieros de su administración, que no obstaculizaría las órdenes de captura en contra de funcionarios del gobierno de Óscar Berger y que avizoraba más polarización política.
Otros columnistas participantes dijeron no haber comprendido las motivaciones del gobernante para citarlos, ya que Colom abordó varios temas, pero no les solicitó enfocarse en algunos en sus columnas o programas de opinión ni les requierió apoyo. Incluso, reconoció haber autorizado, mientras estaba fuera del país, la difusión de los
comunicados oficiales de julio, donde se denunció planes desestabilizadores, los que debido a ello no se habrían llevado a cabo.
Sobre la cita “cordial y de agenda abierta” entre el gobernante y los periodistas no hubo mención alguna en los medios, como tampoco ha habido en otras ocasiones en que Colom ha departido con periodistas “en horario fuera de oficina”.
CLIMA DE TENSIÓN
El más reciente capítulo de tensión entre Gobierno y prensa fue atizado por Colom el 1 de julio, cuando declaró que el empresario y director general del programa televisivo Libre Encuentro, Dionisio Gutiérrez, le había “declarado la guerra” a su gobierno, lo cual fue rechazado por éste.
Ese mismo día, en espacios pagados, el partido oficial y el Gobierno alertaron sobre que “los poderes tradicionales, políticos y económicos de este país, apoyados por personas cercanas a algunos medios de comunicación”, se había concertado para “generar un ambiente de inestabilidad a través de la opinión pública”. Eso les valió un aluvión de críticas de medios, periodistas y políticos.
Cuando todo apuntaba a que el pulso bajaba de intensidad, Pablo Monsanto, ex comandante guerrillero y actual asesor presidencial, denunció —por medio de un boletín electrónico— acciones dirigidas a desembocar en un golpe de Estado, en las que implicó de manera general a “los medios de comunicación escrita”.
Y antes de que terminara ese mes, Carlos Menocal, ministro del Interior y antiguo periodista de investigación, no dejó de darle crédito al llamado
Plan Golpe de Mercado o Atanasio Tzul, cuyo objetivo es crear “desestabilización y caos en la economía nacional”, acciones que pueden ser “agudizadas mediante el uso de medios de comunicación de masas”.
¿QUÉ DICE?
El citado documento comenzó a circular en la Red a mediados de julio y fue calzado por la Alianza Cívica Guatemala y Guatemaltecos por la Transparencia, ambas identificaciones sin relevancia previa.
Para desestabilizar el país, entre otras maniobras, los presuntos conspiradores recomiendan: “Difundir noticias no siempre veraces que mantengan en la neutralidad o a favor de nuestra causa a la mayoría de la población y hacer que acepten pacíficamente la nueva situación surgida del ‘golpe de mercado’. Estas noticias deben ser difundidas especialmente a través de los tres más importantes medios de comunicación escrita por los columnistas más identificados en este objetivo (…)”.
Además, en uno de sus 13 puntos, el Golpe de Mercado resalta que “los medios de comunicación, especialmente de televisión deben lograr incidir más en los indecisos, ellos ven a los canales de televisión como aliados demasiado sesgados por lo que dudan de la imparcialidad de los canales de televisión, especialmente los que transmiten noticieros”.
El plan alude a tres etapas. En la segunda, “Octubre caliente”, asegura que “mientras los medios de comunicación democráticos profundizan la matriz (desestabilizadora), se debe forzar al presidente para que saque del gabinete y limite la actuación de toda vocería radical de izquierda”. Es público, desde antes de que se divulgar el Atanasio Tzul, que Colom solicitó la renuncia, para antes de que termine octubre, de los funcionarios que aspiran a competir por cargos de elección popular.
SIN TAL CONSPIRACIÓN
Columnistas y analistas consultados por Sala de Redacción no le dan mayor crédito al plan, el cual continúa circulando en oficinas públicas. “Presenta incoherencias y aspectos no lógicos”, resume Shetemul.
Mientras tanto, Berganza considera que más que un plan, al analizar la cobertura de los medios, en particular los impresos, se evidencia que “es el reflejo de su antipatía hacia el Gobierno”, lo cual no debe ser interpretado como que forman parte de una conspiración.
En la misma línea se posiciona Mario Cordero, editor y columnista de La Hora: “Las declaraciones de Menocal (o cualquier otro funcionario), sin pruebas, y las de Monsanto, sin peso político, carecen de credibilidad”.
La denuncia sin evidencias y el hecho de que no haya investigaciones penales en contra de quienes se sospecha que conspiran, no contribuye a cimentar el estado de Derecho y las convierte en parte del “folclor político”, estima Álvaro Pop, politólogo y columnista de Prensa Libre.
De su lado, el sociólogo Álvaro Velásquez, columnista de Siglo Veintiuno, no descarta las conspiraciones contra el Gobierno, pero no cree que los medios en sí estén concertados, aunque algunos editorialistas vean al Gobierno como una antesala del chavismo venezolano. “Si se observa, mucho de lo que ocurre en el país está escrito en el plan de marras”, comenta.
Fernando Solís, editor de El Observador, publicación que se dedica al análisis político y económico, sostiene que es posible que el Gobierno tenga identificados a determinados grupos o individuos poderosos, “pero no puede actuar contra ellos de manera contundente, o tendría mucho que perder si lo hace”. Comparte el juicio de otras fuentes que critican al Organismo Ejecutivo por no denunciar a los conspiradores, incluidos los que tengan nexos con medios.
Según Cordero, hay columnistas con intereses particulares o que son resonancia de grupos interesados en atacar sistemáticamente al Gobierno. “Sin embargo, eso no demuestra que haya una conspiración coordinada. Me parece, más bien, que son intereses particulares en algunos columnistas y que en algunos se encuentran coincidencias”, apunta.