REELECCIÓN. ¿UNA PRÁCTICA ANTIDEMOCRÁTICA?
En Guatemala, la democracia es una ilusión. Queda en letra muerta. Vemos funcionarios haciendo negocios turbios, transferencias incondicionales, alcaldes y funcionarios de gobierno, utilizando a ONGs para evadir las leyes referentes a licitaciones y compras del Estado. En fin, una serie de marufias que más bien caben dentro de un sistema político de dictadura que de democracia.
Y en este enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, amistazgos y compadrazgos, los funcionarios una vez electos, como que les gusta la cosa y buscan su reelección. Este es el triste caso de la Universidad de San Carlos de Guatemala y su cuestionado Rector, Estuardo Gálvez Barrios. Y digo cuestionado porque dio a conocer sus malas intenciones y su frágil honorabilidad cuando formó parte de la Comisión de Postulación que eligió a los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, allí, a través de trances y cabildeos, pretendió colocar a su hermana como titular de una Sala de Apelaciones, ¿Qué tal? Bonito ejemplar para que vuelva a reelegirse.
En Guatemala se ha vuelto práctica cada cuatro años que diputados, alcaldes y ahora rectores, se lancen a la reelección. Y esto como consecuencia que en los primeros cuatro años conocen los vericuetos del puesto y ya en el segundo período saben a lo que van. Tenemos informes casi a diario de los alcaldes, diputados y otros funcionarios públicos que son cuestionados y demandados por la Contraloría General de Cuentas como consecuencia de los malos manejos que han hecho con los fondos asignados.
La corrupción es una cultura casi generalizada en nuestro país y esa es la razón por la que debe respetarse como norma democrática, la alternancia en el poder y evitar que funcionarios que ya se familiarizaron con la cosa pública, puedan hacer mal uso de ella. Lo vemos en este período de elecciones en la USAC, el Rector para poder ser reelecto, debe obtener 22 votos del mismo número de cuerpos electorales, contra diez y siete que se les exige a los otros participantes. En el esfuerzo y afán de conseguir estos veintidós votos pueden ocurrir muchas cosas, como todos los que hemos laborado en la USAC lo sabemos.
Por otro lado, el actual Rector en lugar de cumplir con sus promesas de la anterior campaña con su grupo Transformación Universitaria, que abogaba por una calidad y excelencia académica, se ha dedicado a hacer política nacional y la Universidad de San Carlos como ente rectora de la educación superior se ha quedado en un segundo plano. Esto implica que no ha habido iniciativas de ley, ni un esfuerzo continuado en participar y persistir en la solución de los problemas que aquejan a nuestro país y mucho menos mejorar la calidad académica. Reelegir al actual Rector sería “seguir con lo mismo” o “más de lo mismo”. Considero que Estuardo Gálvez no ha hecho los méritos suficientes para optar a una reelección y si esto llegara a ocurrir, la derrota es para la comunidad universitaria que está urgida de un cambio radical, tanto en las políticas educativas como administrativas.
Estudiantes, profesionales y docentes tienen en este momento un gran reto ante su responsabilidad con Guatemala, si esta responsabilidad la cambiamos por una plaza, un mejor salario o donativos generosos, seremos los únicos señalados que nuestra Universidad no sea lo que fue en otra época, una de las primeras universidades de América Latina con prestigio y profesionales de calidad y orgullo para nuestra triste patria.
Universitarios, ustedes tienen la palabra.
En Guatemala, la democracia es una ilusión. Queda en letra muerta. Vemos funcionarios haciendo negocios turbios, transferencias incondicionales, alcaldes y funcionarios de gobierno, utilizando a ONGs para evadir las leyes referentes a licitaciones y compras del Estado. En fin, una serie de marufias que más bien caben dentro de un sistema político de dictadura que de democracia.
Y en este enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, amistazgos y compadrazgos, los funcionarios una vez electos, como que les gusta la cosa y buscan su reelección. Este es el triste caso de la Universidad de San Carlos de Guatemala y su cuestionado Rector, Estuardo Gálvez Barrios. Y digo cuestionado porque dio a conocer sus malas intenciones y su frágil honorabilidad cuando formó parte de la Comisión de Postulación que eligió a los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, allí, a través de trances y cabildeos, pretendió colocar a su hermana como titular de una Sala de Apelaciones, ¿Qué tal? Bonito ejemplar para que vuelva a reelegirse.
En Guatemala se ha vuelto práctica cada cuatro años que diputados, alcaldes y ahora rectores, se lancen a la reelección. Y esto como consecuencia que en los primeros cuatro años conocen los vericuetos del puesto y ya en el segundo período saben a lo que van. Tenemos informes casi a diario de los alcaldes, diputados y otros funcionarios públicos que son cuestionados y demandados por la Contraloría General de Cuentas como consecuencia de los malos manejos que han hecho con los fondos asignados.
La corrupción es una cultura casi generalizada en nuestro país y esa es la razón por la que debe respetarse como norma democrática, la alternancia en el poder y evitar que funcionarios que ya se familiarizaron con la cosa pública, puedan hacer mal uso de ella. Lo vemos en este período de elecciones en la USAC, el Rector para poder ser reelecto, debe obtener 22 votos del mismo número de cuerpos electorales, contra diez y siete que se les exige a los otros participantes. En el esfuerzo y afán de conseguir estos veintidós votos pueden ocurrir muchas cosas, como todos los que hemos laborado en la USAC lo sabemos.
Por otro lado, el actual Rector en lugar de cumplir con sus promesas de la anterior campaña con su grupo Transformación Universitaria, que abogaba por una calidad y excelencia académica, se ha dedicado a hacer política nacional y la Universidad de San Carlos como ente rectora de la educación superior se ha quedado en un segundo plano. Esto implica que no ha habido iniciativas de ley, ni un esfuerzo continuado en participar y persistir en la solución de los problemas que aquejan a nuestro país y mucho menos mejorar la calidad académica. Reelegir al actual Rector sería “seguir con lo mismo” o “más de lo mismo”. Considero que Estuardo Gálvez no ha hecho los méritos suficientes para optar a una reelección y si esto llegara a ocurrir, la derrota es para la comunidad universitaria que está urgida de un cambio radical, tanto en las políticas educativas como administrativas.
Estudiantes, profesionales y docentes tienen en este momento un gran reto ante su responsabilidad con Guatemala, si esta responsabilidad la cambiamos por una plaza, un mejor salario o donativos generosos, seremos los únicos señalados que nuestra Universidad no sea lo que fue en otra época, una de las primeras universidades de América Latina con prestigio y profesionales de calidad y orgullo para nuestra triste patria.
Universitarios, ustedes tienen la palabra.
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